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Shemot: 10:1-13:16


Las últimas plagas. Las más terribles. Pero no me quiero detener en la última que es LA plaga por antonomasia, como lo es Makat Bejorot: la muerte de los primogénitos egipcios.

Según el midrash, cada plaga sobrevino en castigo por alguna acción que habían ejecutado contra Bnei Israel. Sería como “pagar con la misma moneda” al pueblo egipcio. De hecho, la décima plaga habría sobrevenido “en pago” del decreto del Faraón de matar a los bebés varones del pueblo de Israel para evitar que se siguiera multiplicando y fortificando.

Me quiero detener, entonces, un poco antes de la décima plaga. La novena. Por qué la novena plaga? Por qué oscuridad, Joshej?

El texto nos relata que la oscuridad era más densa aún que la misma noche. Que durante tres días (la misma cantidad de días que le fuera negada a Moshé en su pedido a Paró de salir a rezar el desierto), los egipcios no podían ver a sus hermanos en sus hogares, mientras reinaba la luz en los hogares hebreos.

Si seguimos el concepto del pago equivalente o “midá kenegued midá”, cuál fue la falta del Faraón por la cual recibieron “oscuridad”?

A veces no vemos, y a veces no queremos ver.

A veces tenemos situaciones en las cuales nos es difícil ver la realidad, porque hay un manto denso, por ejemplo, de tareas cotidianas que hacen que no veamos las cosas importantes, o simplemente las dejemos de lado.

Otras veces, elegimos por conveniencia o egoísmo, o peor aún, por esa soberbia que muchas veces nos maneja, o por indiferencia, no ver lo que ocurre alrededor nuestro. No ver si alguien necesita una ayuda. No ver si debemos frenar nuestra actitud, para no seguir lastimando al que nos acompaña. No ver que le sacamos tiempo a lo importante para dárselo a lo superfluo. No ver que si no dimos el abrazo en el preciso momento que debíamos darlo (o recibirlo), ya después no va a servir.

A veces la oscuridad nos ciega; las más de las veces nos cegamos solos a la realidad que nos circunda.

Paró, a pesar de la insistencia de Moshe y Aarón, no pudo ver. No vio al pueblo que oprimía, pero tampoco vio que SU pueblo, signado por su orgullo y propia soberbia, sufriría también.

“Vaieí Joshej afelá bejol haaretz”, hubo densa oscuridad en toda la tierra, “veló raú ish et ajiv”, no podía ver el hombre a su hermano.

Que no tengamos velos y oscuridades reales, ni provocadas. Que podamos ser sensibles a quienes nos necesitan y a quienes necesitan que los veamos y los tengamos en cuenta. Que podamos vernos a nosotros mismos y evaluarnos en tanto somos seres que vivimos en Comunidad y queremos sostener Comunidad. Y para ello debemos tener los ojos atentos y avizores para ver y decidir hacia dónde vamos y hacia dónde queremos llegar.

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