REEH
Devarim 11:26-16:17
Reeh. Mira. Observa.
A veces se nos complica distinguir entre lo bueno y lo malo. Y sobre todo, aprender a discernir y elegir entre lo bueno que tiene lo malo y lo malo que tiene lo bueno,
Y, por supuesto, en ocasiones es complicado distinguir entre el bien y el mal.
El resto de los sentidos pueden confundirnos.
Escuchamos, a veces con demasiado atención la maledicencia, lashón harʿa, y pudiera entorpecer nuestra opinión de las cosas o de las personas.
Las situaciones no siempre son claras, y el prejuicio o el juicio apresurado, nos puede llevar a una mala decisión o a una mala evaluación de lo que está pasando, o de quien tenemos enfrente.
Reeh. Atentamente y con inteligencia. Quizás con juicio benevolente, antes de cerrar una opinión.
En esta parashá encontramos un resumen bien conciso de un dilema importante: qué requiere el Creador de nosotros. Ya vimos varias respuestas a lo largo de cada parashá en el año. Y si bien ésta no es novedosa, por lo pronto, es clara. Mira, hoy doy ante ustedes, bendición y maldición. La bendición, si escuchan a los mandamientos del Eterno…y la maldición, si no escuchan los mandamientos del Eterno…’ (Devarim 11, 26-28).
Parece simple. Y lo es.
Pero en el mismo principio de la parashá, nos relata el momento en que Bnei Israel, al entrar a la Tierra Prometida, debería hacer un compromiso individual y personal. Cada miembro del pueblo en forma personal, elegir hacer el bien o el mal.
Dos montes, el Monte Guerizim y el Monte Eival. Uno, fértil y cubierto de vegetación y vida mientras el otro se mantiene inhóspito y árido. Uno representa la elección del bien, y la bendición. El otro, la elección del mal y la maldición.
Pero los montes parecerían ubicados en forma similar, uno enfrente de otro. No habría diferencias entre los dos.
Por qué uno es tan fértil? Por qué el otro no lo es?
A veces las diferencias son sutiles. Lo que parece similar, no lo es.
Lo que vemos como malo, pudiera resultar bueno, y viceversa.
Un pequeño detalle marca esa diferencia. En los montes pudiera ser la inclinación fuerte a los vientos. Cómo caen las lluvias y los riegan, o no. Cómo los acaricia el sol o el frío.
En las personas, y en los vínculos, es más complejo. Involucran las actitudes. Las historias de vida. Los sentimientos, los complejos, las presencias, las ausencias. Las necesidades y faltas.
Reeh. Mira. Observa.
Intentar evaluar cada situación, cada persona cada vínculo de la mejor manera y de la manera más justa. Así continúa la parashá: “Escucha con cuidado todas estas palabras que te mando, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre, porque estarás haciendo lo que es bueno y justo delante de Adonai tu Dios.” (Deut. 12:28).
El midrash, en boca de Rabi ʿAkiva, interpreta como “lo bueno a los ojos del cielo y justo a los ojos de los hombres”. Rabi Ishmael dice: Justo a los ojos del cielo.”
Probablemente tenga que ver con hacer lo bueno y lo justo tanto a los ojos de Dios como a los ojos de los hombres. LOS hombres en su conjunto. Así de difícil.
Y la respuesta final, la volvemos a encontrar en Pirkei Avot. “Todo aquel que es agradable a sus semejantes, también lo es a Dios, aquel que no es agradable a sus semejantes, tampoco lo es a Dios.” (Pirkei Avot 3:12)