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JAIÉI SARÁ

Gn. 23:1-25:18


“Fueron los días de Sara” ... Así comienza esta parashá, comienzo enigmático, que se contradice con el nombre de la parashá, “Las vidas de Sarah”. Dos preguntas surgen de inmediato: Por qué “Las vidas”, en plural, y por qué comienza con la muerte de Sara.

En cuanto a “las vidas”, quizás nunca nos detenemos a pensar cuántos cambios (externos o internos) se producen en nosotros durante el tiempo que nos toca vivir, y cuántos roles cumplimos durante ese tiempo, en la familia, en la comunidad, en la escuela, en la sociedad, y cuántas veces sentimos, debido a un acontecimiento que nos impacta, que ya no somos los mismos antes y después de tal suceso, como si nuestra vida, mirando hacia atrás, estuviera compuesta por muchos capítulos, muchas “vidas” que se suceden y entrelazan entre sí como los eslabones de una cadena. De ahí que la expresión “las vidas”, poéticamente podría representar todos esos caminos que hemos recorrido.

Quizás “las vidas” tenga que ver con las diferentes facetas que tenemos cada uno en nuestras cotidianeidades. Y Sara las tuvo. Fue una esposa devota, una rebelde que desafió con su risa al Qadosh Baruj Hu. Una mujer entregada a tal punto que cedió su lugar maternal a su sierva para “completar” el vínculo con su esposo, Abraham. Una mujer visceral y casi injusta, si hacemos un juicio rápido en el momento de sacar de sus vidas a la misma que había entregado en ese acto de amor, y a su hijo.

Refiriéndonos a una persona como Sara, encerramos todos estos conceptos con el nombre con que mencionamos a la parashá de esta semana. Como dijimos: Jaiéi Sara.

Cómo pudiéramos encontrar una expresión similar para mencionar en un término, todas las vidas y las diferentes personalidades y facetas de las vidas de las 11 personas muertas en los asesinatos colectivos de nuestros días ? Imposible. O tremendamente difícil.

En esa imposibilidad, y en el espanto y la perplejidad del hecho, el recuerdo de cada uno de los seres queridos de cada una de las víctimas, multiplica las vidas. El legado y la continuidad de cada uno de ellos en quienes los sucedieron en la cadena de la vida y en la cadena comunitaria hace que aún sea más imposible, determinarlo con un par de palabras.

Y seguramente de eso se trató también en el caso de Sara.

Las vidas de Sara se multiplicaron en el recuerdo e Abraham, Itzjaq y en la herencia de un pueblo que miles de años después la sigue recordando como LA matriarca del pueblo de Israel. Con todos sus aciertos y desaciertos.

Es la respuesta a la segunda pregunta. Sara para la edad que tenía cuando comienza el relato, estaba cercana a su muerte, así que lo importante de “sus vidas” pasadas era su legado, sus acciones y las generaciones futuras en las cuales esas vidas se prolongaban, y de eso trata el texto. De ahí “Jaiéi Sara”, que implica una manera muy espiritual de hablar de la muerte de una persona.

Que cada uno de nosotros encuentre sentido en vida de aquello que vamos a dejar a quienes nos sucedan y nos recuerden.

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