top of page

MATOT-MASʿEI

Bemidbar 25:10-30:1


Esta semana leemos dos parshiot que, dependiendo el año, las leemos juntas o separadas. Este año, juntas (o mejubarot).

En su contenido, encontramos nuevamente una clara referencia a los estilos de liderazgo. Y estamos hablando de Aarón, Moshé y Ieoshúʿa.

La parashá relata el momento preciso en que muere nuestro primer Sumo Sacerdote: Aarón, de quien ya se nos había anunciado su muerte algún tiempo atrás, y quien comenzó, desde ese momento, a delegar sus tareas en su sucesor, aún cuando él podía seguir haciéndolas.

De Aarón se nos dice en "Pirkei Avot", que era una persona que amaba la paz y perseguía la paz, que amaba a sus semejantes y los acercaba a la Torá. Podía haber hecho una de todas, y hubiese estado perfecto. Hubiese sido una buena persona, un buen Cohen. Pero la tarea, justamente era esforzarse y lograr cumplir con todas las premisas.

Si recordamos algunos episodios de la vida de Aarón, en una especie de shivʿa que realizáramos por su deceso, podemos evocar, por ejemplo el preciso instante en que el pueblo le pidió que les construyera un becerro de oro: Aarón podía haber reaccionado con reprimendas y ajusticiamientos frente al pueblo. Una actitud así, hasta podría haberlo convertido en un líder de la talla de su hermano Moshé, que entonces estaba ausente recibiendo las tablas de la ley en Har Sinai.

Aarón supo cuidar el shlom bait, la paz en el hogar. Verdad que algunos lo acusan de haber sido algo “blando” y condescendiente con el pueblo, pero su parte de “rodef shalom” perseguidor de la paz seguramente le hizo ver que no era el momento de enfrentar a un pueblo de baja moral y con un líder ausente hacía 40 días, y que podría confundirse en su apreciación de los liderazgos si imponía una autoridad que no tenía ni buscaba.

Por otra parte los vemos a Moshé y a Ieoshúʿa. De ellos, como característica común de los dos podemos destacar, entre otras cosas, la voluntad para no rechazar las tareas que le fueran encomendadas. Adonai le pide a Moshé que haga un tedioso registro de los lugares por los cuales pasó el pueblo de Israel en el desierto y en los que acampó. Es una larga lista de 42 lugares, en una suerte de hoja de ruta. Moshé era el encargado de hacer esto? El líder de líderes, que había recibido los 10 mandamientos y según nuestra tradición transcribió la Torá y la entregó al pueblo, debía sentarse a hacer una especie de bitácora de viaje?

Sí. También debía recibir nuestra tradición y entregárnosla y también debía sentarse a escribir algo en apariencia inútil, o por lo menos demasiado simple para tamaño líder. Y Dios le pide a él que lo haga. No que lo delegue. Y lo más importante, lo más llamativo, es que en ningún momento Moshé se queja o sugiere el negarse. Lo hace. Es parte de lo que debe hacer y lo hace.

La misma actitud vemos en Iehoshúʿa. En el Midrash de Bamidbar, se preguntan por qué fue elegido como líder. Y allí mismo, la respuesta expresa que no fue sólo por haber tenido una mejor descripción de la tierra de Israel en el episodio de los meraglim, los espías que había enviado Moshé a explorara la Tierra Prometida, sino que se le sumó que cada vez que tuvo que estar presente. Estuvo ahí, silencioso y presente y activo. Siempre estuvo al lado de Moshé y a sus órdenes y lo acompañó. Estuvo en la base del Monte Sinaí cuando Moshé subió. Estuvo en la preparación del mishkan. Estuvo ahí, Presente. Silencioso. Aprendiendo y ejecutando. Preparándose para su propio liderazgo.

Tres ejemplos de líderes que nos muestran lo que se necesita a la hora de llevar un grupo a un lugar de bien común: disposición para la tarea; no rechazarla por más simple o poco elevada que parezca; la búsqueda del shlom bait y el carácter para estar lejos de las situaciones para que éstas no lo condicionen en sus decisiones, pero lo suficientemente cerca para que el calor de sus liderados le den la cuota justa de amor para poder dirigirlos correctamente.

Entradas relacionadas

Ver todo
bottom of page