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Shemot 21:1-24:18


“Y estas son las leyes que has de poner frente a ellos”. Así comienza la parashá de esta semana. Luego del ascenso a Sinaí y antes de la segunda descripción de la entrega de la Torá, tenemos la primera enumeración de leyes para nuestro pueblo, para esta masa de gente que parecería dispuesta a conformar un pueblo y aprender a convivir y ordenarse.

Para ello necesitan no sólo la Torá escrita sino también las leyes claras, la Torá shebealpé, la Torá oral, que según nuestra tradición TAMBIÉN fue entregada en Sinaí. Las leyes para con el Creador, aquellas que regularon la vida de nuestros antepasados desde entonces y las nuestras propias, acerca de cómo y qué comer, de qué manera rezar (o los sacrificios en otras épocas en que el Gran Templo existía).

Pero nada de ello estaría completo si no legislara también las relaciones humanas. No alcanza con estar bien con la divinidad, si aquí en la Tierra las relaciones se complican. Mishpatim nos viene a enseñar precisamente que el mundo espiritual es la meta, pero mediante una correcta dosis de compromiso y respeto con la vida terrenal.

Mishpatim nos viene a hablar de la obligación de respetar al necesitado de entre nuestro pueblo, a quien no podemos oprimir con préstamos injustos, y a quien debemos darle lugar entre nosotros, un lugar digno y de participación, no un lugar de discriminación.

Mishpatim nos reclama que debemos acoger a la viuda y a los huérfanos e incluso al extranjero, tal el modelo que nos enseña el Salmo 147, “Adonai ama a los justos, Adonai cuida a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas”, y así debemos hacerlo nosotros también. Si recibimos a alguien nuevo en la comunidad o a un visitante y no te acercaste para saludarlo y hacerlo sentir cómodo en nuestra casa, no vale nada tu fruición en el momento del Shemá o qué tanto te concentraste en la Amidá.

Si esta semana te ocupaste sólo de tus cosas y no visitaste o por lo menos llamaste a quien se encuentra enfermo y necesitaba de una palabra de compañía, no entendiste el mensaje que nuestro pueblo trae desde Sinaí, y por supuesto tampoco el de Mishpatim

Si no te preocupaste si alguna persona de nuestra Comunidad, o de fuera de ella, necesitaba una ayuda para pasar un poco mejor esta semana que pasó, mientras te ocupabas de tu cuenta bancaria, quizás no fue claro el mensaje de la Torá, o te cerraste a él

Esto no debe ser un contrato escrito en algún pergamino olvidado. Nuestro compromiso con los débiles de nuestra sociedad, los enfermos, aquellos con capacidades diferentes o quienes por circunstancias sociales se encuentran disminuidos con respecto a sus prójimos, debe ser renovado día a día.

Rashí hace hincapié en la conjunción “Y” con que comienza el texto. Es como que se une esta sección de la Torá, a lo que viene antes, la entrega de la Torá. No está disociado sino que está intimamente ligado. No vale el compromiso con los Diez Mandamientos o con el ritual, si no hay un compromiso en el día a día con nuestro entorno. Aquel que cree que el judaísmo es sólo ritualista, no leyó esta sección de la Torá con detenimiento.

No dejo de atosigarlos con el concepto de “Construir, o Hacer Comunidad”. Este concepto está íntimamente ligado a Mishpatim. Se trata de mantener y expandir las bases de nuestra Comunidad Hebrea, en el espíritu de las mitzvot, tanto con el ritual como con el compromiso social de los nuestros y la sociedad circundante. Complicado? Sí. Difícil? Sí. Reconfortante? Preguntémosle al grupo de Bikur Jolim, que se organizó y trabaja llevando calidez y amor a quienes lo están necesitando en nombre de todos nosotros. Preguntémosles cómo se llenaron sus corazones en cada visita.

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