BAMIDBAR
Bamidbar 1:1-4:20
Cómo sabemos que llegó el momento preciso para hacer algo? Cómo sabemos que están dadas las condiciones para tomar una decisión y que ésta sea exitosa? En general, un estratega, de la índole que fuere, intenta visualizar un mapa del lugar o la situación y ejecutar su plan. La capacidad de encontrar el momento justo para la decisión precisa en un terreno adecuado es lo que muchas veces nos marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. El plan de Dios para la entrega de la Torá fue claramente calculado. Fue educando a un pueblo que lo desconocía. Le fue mostrando su poder, su bondad y también su enojo. Preparó un escenario monumental y vistoso para que la entrega del valor más preciado quedara en la memoria descriptiva de cada uno de los miembros del pueblo de Israel. Incluso después de tantas peleas y controversias en la salida de Egipto y aún con las desconfianzas y dudas de un pueblo sin ley, la Torá nos cuenta que el pueblo de reunió al pié del Har Sinai, el Monte Sinaí, de la siguiente manera: "Y viajaron de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto, y acampó allí Israel frente al monte" (Shemot 19, 2). Todos los verbos del pasuq, del versículo, están en plural, salvo el último: “acampó”. Viajaron como familias durante la travesía, pero en el momento de instalarse para recibir la ley, según el midrash, lo hicieron unidos, como uno sólo. Con un sólo corazón expectante ante el enorme compromiso y entrega que implicaba recibir la Torá. El midrash cuenta también que la disposición en el campamento no era casual. Las tribus se sitiaban en el mismo orden en el que los hijos de Iʿacov rodearon el lecho de muerte de su padre, para recibir sus últimas bendiciones. En medio del pueblo, a modo de un padre cuidadoso y protector estaba el Mishkan, el tabernáculo, en donde se situaría la ley que sería entregada. Más allá de la disposición de cada una de las tribus, lo importante era que el centro del campamento estaba en la Torá. Era ESO, lo que ponían como centro del pueblo lo que justamente los convertía en pueblo. Era lo fundante y lo que los convocaba y los transformaba de meros individuos o familias en una unidad colectiva. Esta disposición es la que se repite en Parashat Bamidbar para el tercer censo desde la salida de Egipto. El primero fue, precisamente, al salir. El segundo luego de la perdida de vidas posterior al episodio del Becerro de Oro y el tercero, ahora, en Parashat Bamidbar. El censo, no sólo contó a la gente. Fue una forma de tener en cuenta como seres individuales en la conformación de este pueblo. Como personas necesarias e imprescindibles para la guerra, para el crecimiento, para la toma de decisiones, para unirse o para dividirse. Estamos a horas de prepararnos para Zman Matan Torateinu. El momento de la entrega de la Torá, que en realidad es el momento en que nos aprestamos a RECIBIR la Torá. Y para ello debemos contar cada uno de nosotros como integrantes comprometidos de nuestra Comunidad. Atentos a las necesidades propias y del prójimo y del bien común de todos. Aprendiendo a dejar nuestras individualidades de lado cuando hay que hacerlo, entendiendo que lo trascendente debe estar en el centro de nuestros objetivos. Así como el Mishkan transformaba a las personas en un pueblo, son los valores los que nos deben constituir en una familia ampliada que integre las diferentes ideas y las diferentes formas de pensar. Que las actitudes personales no empañen el bien y los objetivos comunes. Que pongamos el acento en el trabajo comunitario, y no en lugares de poder y de prevalencia personal. Que lleguemos a otro Jag haShavuʿot con el espíritu más alto y con los corazones abiertos para recibir... y para dar.