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Bemidbar: 25:10-30:1


Quién es Pinjas? Pinjas es el héroe y el antihéroe; depende quién lo juzgue. Pinjas es aquel que toma justicia por mano propia. Y cuántas veces hubiésemos querido hacerlo en virtud de la inacción del sistema imperante, o al ver el sufrimiento de algún ser querido o cercano. 

Pinjas entiende que su visión es la correcta. Ve la corrupción delante de sus ojos y reacciona intempestivamente y ejecuta. Mata a los corruptos en una escena terrible y sanguinaria.

Gracias a Pinjas, cesó la plaga que sobrevino sobre Bnei Israel, quienes se habían salido otra vez de la senda de Adonai para adorar otros dioses, seducidos por las hijas de Moab. Veinticuatro mil muertos, en la segunda plaga que diezmó al pueblo. El doble de la última vez que ocurrió lo propio. 

Y el Kadosh Baruj Hu, premia la acción del iracundo, cesó la plaga, cuando él ejecutó. Acaso es un ejemplo a seguir?

Pinjas es aquel que muchos de nosotros querríamos ser y que el raciocinio, la ley imperante y a veces el sentido común nos contiene de ser. Es quien ve el camino correcto y lo impone a su manera. Es quien entiende que LA ley es la suya y única y se para como autoridad. 

Quizás para un pueblo sin apego a la ley que recién había recibido, era la solución, o la forma de entender.

Pero inmediatamente luego de ese episodio terrible, se pasa a censar... a hacer el conteo de la gente que quedó, o más bien, saber a quién se puede tener en cuenta. Porque es importante saber cuántos somos; pero mucho más importante es saber con quién contamos.

Y en ese conteo casi reorganizador de todo el pandemonium que provocó la plaga y el episodio de nuestro “héroe”, sucede algo ejemplificador: el episodio de las hijas de Tzelofjad. Cinco hijas cuyo padre había fallecido y que por no tener hombre alguno que se hiciera cargo de la familia y de las tierras que les hubiesen correspondido, se quedarían sin heredad, sin posesiones.

Y se llegaron a Moshe reclamando derechos como hijas, y fue el Eterno quien les dió el beneplácito para que pudieran poseer lo que les correspondía, tomando esta situación como ejemplo de los derechos de para las mujeres en situación idéntica a ellas.

Esta parashá nos muestra un desarrollo interesante: cómo el desorden y la corrupción DEBE encontrar un orden. En ese orden, lograr encontrar a quienes pueden llevar adelante el proyecto común, y saber con quién se puede contar, para finalmente impartir la justicia correcta y hacer lo que es justo. No la justicia del iracundo, o la del que cree tener la verdad y la razón, sino aquella que tiene que ver con la sensibilidad social.

La parashá continúa con la mención de las ofrendas que debían hacerse en cada una de las festividades. Y es llamativo como ante tanto dramatismo vivido en los primeros capítulos, lo que sigue son la mención de los días festivos. Pero así es como es. Podemos celebrar y disfrutar, aún habiendo pasado desgracias y sinsabores, claro que si. Y mucho más fácilmente si hemos podido lograr un orden interno, compromiso de las personas, con esa sensibilidad social que mencionamos antes.

El relato continúa con el momento casi mágico, en el que el líder de líderes, posa sus manos en su sucesor, en el acto de humildad y reconocimiento por excelencia. Será Iehoshúʿa Ben Nun, quien seguirá con la tarea. 

Que el ejemplo de compromiso con la justicia, con la tarea y con quienes nos rodean, nos llene los corazones en este Shabat Kodesh. Que el compromiso con NUESTRA ley, que es nuestra Torá, y con las mitzvot, nos ayude a encontrar el sentido en nuestras vidas. Para estar un poco más cerca de Dios, un poco más cerca de los nuestros. En familia y en Comunidad.

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