SHEMINI
Vaiqra 9:1-11:47
Una de los preceptos de la Torá más conocidos, aunque no más arraigadas es el de Kashrut. Parashat Sheminí nos habla acerca de las normas alimenticias judías, mencionando una larga lista de alimentos prohibidos y permitidos. Y cabe en este momento la pregunta: Por qué me tienen que imponer lo que debo comer? Acaso soy mejor o peor persona por comer o dejar de comer tal o cual cosa? Me hace un mejor ser humano el no probar cerdo o cualquier forma de cocción de algún animal no permitido??
Sabemos perfectamente que no. Todos sabemos que hay buenas personas que comen birria y que hay personas detestables que cuidan las leyes alimenticias de nuestra halajá, la ley judía.
En principio no tendría sentido entrar profundamente en por qué existe cada paso de las reglamentaciones del kashrut, en tanto los preceptos no deben darnos una explicación lógica para que decidamos su cumplimiento. La respuesta del Pueblo de Israel fue “Naase ve nishma”, según vimos hace algunas semanas. Haremos y luego escucharemos los porqués, o como interpretan otros,Haremos y luego estudiaremos.
De todas formas podemos simplificar en estas pocas líneas que nuestra tradición nos marca la oportunidad de diferenciar nuestro ser humano de nuestro ser animal.
Al limitarnos en uno de los momentos de mayor manifestación de nuestro ser animal, la comida, la halajá nos propone dominar esa pasión instintiva que nos produce el hambre, para darle otro valor. También agradecer lo que comemos lo logra. Y ya aprendimos que el momento de la comida, refiere directamente al momento de la ofrenda en que nuestros antepasados llevaban las propias y comían en el Mikdash, el Santuario. Hoy día, ese Mikdash se tranformó en Mildashei Meat, pequeños santuarios, que no son más que nuestras mesas en donde debemos sentarnos a comer, dedicándole un tiempo a bendecir antes, comer traqnuilamente y bendecir después.
El limitar nuestro menú, como hace la Kashrut, nos hace respetar lo que tenemos y lo que nos rodea y sobre todo, manifestar nuestra devoción por el Creador que nos indica q ESA es la manera correcta de conducirnos.
Cómo se une esta parte de la parashá, con la sección de la misma que habla de cómo los sacerdotes se hacían cargo del Mishkán y de los sacrificios? Qué tiene que ver??? Por qué todo junto??
Es interesante como se desarrolla el principio de la parashá. “Y fue en el octavo día, que llamó Moshé a Aharón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel. Y dijo a Aharón: ‘Toma para ti un becerro, por expiación, y un carnero por ofrenda de ascensión, sin defecto, y ofrécelos delante del Eterno’” (VaIkrá 9, 1-3) . Y más tarde: “Y dijo Moshé a Aharón: Llégate al altar y ofrece tu ofrenda por el pecado y de tu ofrenda de ascensión, y haz expiación por ti y por el pueblo...” (VaIkrá 9, 7)
Al primero que ordena el Kadosh BarujHu que ofrezca un sacrificio para expiar sus faltas fue a Aharón. El primer Cohen Gadol. Uno podría pensar que en su rol frente al pueblo no debe humillarse así. Pero es exactamente lo opuesto. Quizás, luego de la enorme falta del Becerro de oro, en la cual Aharón no supo actuar debidamente, era necesario, imprescindible, que sea él mismo el que reconociera su falta y pidiera perdón ofreciendo él en primer lugar, un sacrificio. Y no cualquier sacrificio, sino justamente aquel animal mediante el cual cometió el pecado. El becerro, era el indicado para sanear lo cometido en forma pública, reconociendo su error.
Recién luego de haber expiado su error, el KB”H invita luego a sus hijos, luego a los ancianos y por último al pueblo para a su vez hacerlo. Primero el líder. Luego aquellos que lo siguen.
Cada uno de nosotros es modelo de alguien. Y ese lugar de ejemplo es el que debemos cuidar. También en el accionar, también al reconocernos en falta. También en el día a día, y en cosas simples como el comer.
Kashrut es un modelo de comportamiento de cada uno de nosotros para nuestros semejantes en un mundo y una sociedad insensible a los límites y al reconocimiento de cada ser como un SER HUMANO. Seres sensibles y responsables por el mundo que habitamos.
Seamos dignos ejemplos de nuestro comportamiento: en la calle, en nuestros hogares y también en nuestras mesas.