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Shemot: 25:1-27:19


Qué estás dispuesto a dar a comunidad?

No estoy refiriéndome a tu cuota mensual. Eso ya lo damos por hecho, no? La pregunta es qué MÁS estás dispuesto a dar para que tu comunidad subsista?

Es una pregunta difícil de hacer y más difícil aún de responder. Y lo peor, o mejor, de todo, es que realmente no estamos hablando de dinero ni de nada complicado.

Litrom es el verbo que nos convoca esta semana. Litrom no es realmente donar. Litrom es dar lo que es necesario para sostener. Y ese sustento, muchas veces involucra dinero, es verdad, pero las más de las veces, involucra otras cosas: Involucra (valga la redundancia) involucrarse. El torem es aquel que da su aporte para que la comunidad se sostenga; con su tiempo. Con sus ideas. Ayudando a cambiar aquello que cree que debe ser cambiado. Ayudando a pensar nuevos caminos para que la continuidad comunitaria no sea una incógnita.

Aquel que aporta aporta exactamente lo que tiene y puede, pero aporta. Sí dinero, pero también tiempo, cabeza, presencia, compromiso, legado, buena vibra, un abrazo, una sonrisa. Todo ayuda y sostiene.

Cuando nuestra parashá de esta semana habla de la terumá, habla del famoso medio shekel. Apenas la mitad de una unidad que, más allá si era mucho o poco dinero, lo que hacía era obligar a cada uno a ser parte. Era necesario ese aporte mínimo para completar un shekel. Era necesario que cada uno pusiera su granito para completar la unidad. Era necesario, sin distinción de clase social o ingreso mensual, que cada uno se comprometiera en un HINENI (Heme aquí) colectivo para que la comunidad (el mishkán, el tabernáculo, en el caso de nuestros antepasados en el desierto). Si no era así, el mishkán no podía tener lugar, no podía existir.

Y más aún. El Creador fue claro al decir “y me harán un santuario y moraré entre ellos” (Shemot 25:8).

La Santidad de Dios estaría entre el pueblo, una vez que el Mishkán fuera construído. Pero si para ello hacía falta del aporte genuino, personal y comprometido de cada uno de los componentes de Bnei Israel, (ese mínimo medio shekel), entonces, podemos inferir que no iba a haber santidad en el pueblo en tanto no hubieses un compromiso cabal de sus miembros.

Qué es lo que no aprendimos? Después de tanto tiempo y tanta lectura año a año de parashat Terumá...no entendimos que la Comunidad se transforma y se enriquece y sobrevive y transmite y vibra con la Santidad, solamente con un compromiso individual que redunde en el colectivo?

Tenemos un año por delante de desafío. De lograr que cada uno de los encuentros que tengamos sean para integrarnos y re integrar a gente que se alejó, o que simplemente queremos sumar y tender lazos para fortalecernos. Para que la Comunidad Hebrea sea lo que queremos ser,

Más adelante, leeremos que sólo cuando el mishkán estuvo listo, la presencia divina descendió y lo llenó de contenido.

Que logremos ESE cometido. Unirnos en trabajo y llenarnos de contenido.

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